Michael Carter
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“En comparación con los pacientes que nunca se habían sometido a la prueba, las personas que sí lo hicieron fueron significativamente menos proclives a mantener actitudes y creencias negativas sobre las personas que viven con VIH, más inclinadas a creer que la población seropositiva sufre discriminación, más propensas a considerar que las personas que viven con VIH deben ser tratadas con igualdad y más tendentes a creer que la mayoría de ellas se han sometido previamente a la prueba del VIH “, escriben los autores.
Los futuros estudios que examinen la forma de mejorar las tasas de realización de pruebas del VIH en Sudáfrica deben abordar el problema del estigma, subrayan investigadores.
Muchos pacientes seropositivos fallecen de forma innecesaria a causa de que su infección por VIH se diagnostica tarde. También hay numerosas pruebas de que muchas nuevas transmisiones del virus se deben a personas sin diagnosticar. En consecuencia, aumentar las tasas de realización de la prueba del VIH constituye una prioridad de salud pública, especialmente en Sudáfrica, donde existe una elevada prevalencia de infecciones no diagnosticadas.
Un equipo de investigadores del Proyecto Accept decidió analizar las relaciones entre la realización del test del VIH y las percepciones de estigma y normas sociales en Sudáfrica.
Por consiguiente, a un total de 5.259 personas con edades comprendidas entre los 18 y 32 años se les pidió que completaran un cuestionario, en el que se preguntaba sobre su historial de realización de pruebas del VIH.
También se incluyeron preguntas acerca del estigma relacionado con el virus de la inmunodeficiencia humana. Dichas cuestiones fueron diseñadas para comprobar si los participantes mostraban actitudes negativas hacia las personas infectadas por el virus. Por ejemplo, se les preguntó si estaban de acuerdo o en desacuerdo con afirmaciones tales como: “las personas que tienen VIH/sida están malditas”, o “las personas con sida son repugnantes”.
A los participantes también se les preguntó si pensaban que las personas con VIH eran objeto de discriminación y si consideraban que éstas deberían recibir el mismo trato.
Por último, se incluyó una pregunta para comprobar si la realización de la prueba del VIH se percibía como la norma social. A los participantes se les pidió también que indicaran si creían que “la mayoría de la gente se había sometido a la prueba del VIH”.
En general, el 41% de las personas declararon que habían realizado un test del VIH. Estos participantes fueron de mayor edad (25 frente a 22 años) y con mejor nivel educativo que los que nunca lo habían hecho (13 años o más de educación: 11% frente a 7%).
El primer grupo de análisis de los investigadores evidenció que los siguientes factores estuvieron relacionados con una mayor probabilidad de haberse realizado la prueba:
········· Más años de educación (p= 0,04).
········· Creencias menos estigmatizantes respecto a las personas que viven con VIH (p= 0,0028).
········· Una mayor creencia de que las personas con VIH sufren discriminación (p= 0,0086).
········· La creencia de que las personas con VIH deben recibir un trato igualitario (p= 0,0086).
········· La creencia de que la mayoría de las personas se habían sometido a la prueba del VIH (p= 0,0115).
En posteriores análisis se comprobó que las mujeres (p= 0,0078), las personas de mayor edad (p = 0,0141) y las que tenían 13 o más años de escolarización (p= 0,0016) fueron significativamente más propensas a haberse hecho la prueba.
Sin embargo, la relación entre dos de estos factores (sexo y educación) y la mayor probabilidad de hacerse la prueba se debilitó con la edad.
Por el contrario, la relación entre la realización de la prueba y la creencia de que las personas con VIH experimentaban discriminación aumentó con la edad (p= 0,001). Las mujeres que creían que la población seropositiva debería ser tratada de forma equitativa fueron más proclives a haberse sometido a la prueba que los hombres con los que compartían esta creencia (p= 0,009).
“El actual estudio sugiere la existencia de un vínculo entre hacer los tests del VIH, el estigma y las normas sociales, como la disminución del estigma relacionado con el virus, que puede ayudar a aumentar la tasa de realización de la prueba”, comentan los investigadores.
Éstos añaden: “Las intervenciones adaptadas cultural y demográficamente a poblaciones de interés podrían demostrar ser más eficaces a la hora de reducir el estigma e incrementar la tasa de realización de la prueba”.
El uso del historial de realización del test del VIH declarado por el propio paciente y la recopilación de información relativa al estigma a través de un cuestionario fueron, según reconoce el equipo de investigadores, unas posibles limitaciones del estudio. Así, los responsables de la investigación comentan: “Es posible que las personas participantes se vieran motivadas a infranotificar sus actitudes negativas respecto al VIH por motivos de deseabilidad social”.
Con todo, los autores se muestran convencidos de que su estudio “se basa en los resultados de investigaciones previas sobre estigma y realización de prueba, y sugieren que el estigma se relaciona con el comportamiento de las personas respecto la realización del test del VIH”.
Por último, concluyen que resulta “imperativo” que los futuros estudios donde se busquen modos de aumentar la realización de la prueba del VIH aborden el tema del estigma.
Referencia
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Traducción
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Nota do Editor de Soropositivo.Org
O velho deitado já dizia:
“Quem tem, tem medo”.
Não é incomum que eu venha a saber que “aquela pessoa” que batia na madeia quando se falava na possibilidade de se relacionar, mesmo que profissionalmente, com um portador de HIV dizia, “perto de mim, não”, tinha se deparado com uma infecção oportunista e que estava “pela hora da morte”…
Lembro-me que uns 8 anos atras, isso é pouco tempo… eu consegui um emprego de vendedor numa loja de informática (eu sei montar computadores, que se dirá de vendê-los) mas meu disgnóstico soropositivo para HIV “vazara” e eu entrei sob a égide dos mal-sinados…
Lembro-e que trabalhei lá uma segunda feira, isolado num mesanino, sem poder receber clientes, tendo de vender apenas por telefone e que terminei o dia entre alegre e preocupado. Como vencer aquele estigma?
Naquela noite tive de fazer uma polissonografia e não dormi em casa.
Acordei cedo e me encaminhei para o trabalho.
Chegando na porta eu encontrei apenas o patrão, um José Manuel da vida, que me contou a seguinte história (isso é textual)
“Olha, depois que você saiu os funcionários me pressionaram e me disseram que não são obrigados a trabalhar com este “tipo de pessoa” (as aspas são minhas) e que eu tinha duas opções, ficar com eles ou com você. Não posso perder minha equipe de vendas, você esta demititido”.
Eu não tive tempo para mostrar o “tipo de pessoa que eu sou”.
Eu fui julgado e condenado ao ostracismo, à morte social, com base no que a midia espalhou (e NUNCA fez um MEA CULPA) sobre a epidemia.
Soma-se a eles estes outros, que se dizem “obreiros do Senhor” que afirmaram, e ainda afirmam, que AIDS é “castigo de Deus” e eu fico à barlavento.
Eu e meus iguais.
Existe uma lei que obriga empresas com mais de, eu creio, cem funcionários, a manter vagas para pessoas com deficienias físicas e/pu sensoriais. Não imunológicas.
O INSS não nos dá auxílio doença porque nos considera aptos ao trabalho e, em certos aspectos eles tem razão, e as empresas não nos dão empregos porque “somos funcionários problematicos” que precisamos, volta e meia, ir ao médico e, meia volta, ir a laboratórios fazer exames.
Certo, eu reconheço que alguns fazem corpo mole e pegam atestados nestes dias e “ganham o dia”.
Ms nem todos são assim; a maioria, depois de exames ou consultas, vai para o trabalho. Mas de nada isso nos vale e não passamos pelo contrato de experiência, com raras e heróicas excessoes…
Somos deficientes sociais, sem a receptividade do mercado de trabalho, semo amparo da Previdência Social, sem o respeito das pessoas em geral (reconheço que isso mudou muito, mas não o bastante) e vivemos, a maioria, do assistencialismo de ONGS e OSCIPS que distribuem cestas básicas, e de municípios que, por força de leis, têm a obrigação de nos transportar nos transportes metropolitanos, sem cobranças (e é uma via crucis conseguir estas carteirinhas e bilhetes,tão difícil, que eu, obstinado como sou, desisti…).
Fica, aqui, meu protesto contra a sociedade, a mídia, aos religiosos (sic) oportunistas e aos crentes de má-fé que, em nome do Senhor, a quem eles pretendem servir, nos achincalham em cultos e em pregações na via pública, sem se lembrar que nós, antes de sermos portadores de HIV somos, talvez infelizmente, humanos…
Cláudio santos de Souza
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